lunes, 8 de junio de 2015

Y después del mundial ¿La política qué?

Estos días en que los colombianos hemos estado absortos en el gran desempeño que ha tenido la selección Colombia, los políticos y altos mandatarios han tenido un silencio incómodo y hasta aterrador.

Estamos acostumbrados a las indirectas y el circo desde el Presidente para abajo. Pero estos días en que el mundial ha sido protagonista no se ha escuchado mayor cosa de ninguno de los bandos.

¿Será un problema mediático o la “paz” que prometió Juan Manuel Santos de verdad llegó? Su mayor opositor, el ahora Senador elector Álvaro Uribe Vélez, no ha dejado de trinar desde su cuenta personal de Twitter, pero si es notorio su reducción de participación en los medios de comunicación.

El aumento en el precio de la gasolina; la reducción por parte del Gobierno a casi el 50% del presupuesto de Colciencias (de $289.000 millones a $125.000 millones menos de lo asignado para 2014); las crecientes agresiones contra mujeres; y el revolcón en el sistema carcelario tampoco han sido figuras a pesar de su trascendental importancia.
Ahora viene la etapa importante, el 7 de agosto se posesiona el nuevo Congreso y hay rumores de que los vientos políticos del país no van a ser calmados. Con un gran porcentaje de congresistas “uribistas”, algunos conservadores y del Polo, el Gobierno “santista” ve su panorama difícil.
Es importante conocer qué hará el presidente Santos y cómo estará conformado su gabinete. Con todos los apoyos “dados” y “ofrecidos” para su campaña, no habrá cama para tanta gente y como siempre, los grandes se comerán a los pequeños.
En las encuestas el Presidente sigue sin subir mucho y al parecer el proceso de paz que abanderó su campaña presidencial -y que unió a la mitad de los colombianos- no tiene tan buenos resultados, lo que podría dar un amargo sabor a su segundo tiempo. Una menor resultó herida y un gran número de daños materiales se registran en Orito (Putumayo) por tres atentados, presuntamente de grupos guerrilleros. Las Farc y el ELN no han dado pruebas claras de su compromiso por la paz del país.

Como colombiana entiendo el miedo que produce el silencio actual de la política, supongo que las estrategias y jugadas están siendo mejor planeadas y que nos esperan unos meses complicados y tormentosos, junto a las nuevas reformas que llegarán “de agache”. No nos queda más remedio que esperar que los resultados sean mejores, casi tan buenos como los de la Selección en Brasil.

Bogotá se toma la justicia por sus manos

Cientos son los vídeos que circulan en la red en los que se muestran a presuntos ladrones que se atrapan en flagrancia y que terminan seriamente golpeados por citadinos furiosos e indignados. Y es que no es para menos, si es que los hurtos están pasando en cada rincón de la ciudad y a cualquier hora.
Los hechos se presentan en las estaciones y vagones de transmilenio; en las busetas; en el famoso Sistema Integrado de Transporte Público de Bogotá (SITP); en las peligrosas calles; en los puentes peatonales; e incluso entrando a las casas.
Pero quizá lo más preocupante son las nuevas modalidades, hurtos masivos en los que en cuestión de minutos desalojan a las personas de todas sus pertenencias, a quienes con cuchillos en el cuello no les queda más remedio que resignarse a perderlo todo.
Y es que la ciudad está mal, muy mal. Cientos de personas abarrotadas son intimidadas por unos pocos que con armas están dispuestos a robar o matar, a la final, ellos ya no tienen nada que perder. Como bien lo dicen los mismos ladrones: pueden salir libres al poco tiempo y volverán a delinquir.
Sin temor alguno me atrevo a afirmar que esas víctimas son personas humildes que trabajan arduamente para tener un techo sobre sus cabezas y un plato de comida en sus mesas. Los rufianes, aparentemente, no saben lo que es trabajar nueve horas y luego pasar tres más en el sistema público de transporte.
Hemos llegado a un nivel tan alto de sadismo y crueldad, que hasta festejamos cada que vemos un nuevo vídeo en el que se muestra cómo varias personas golpean hasta ver sangrar al presunto ladrón. Sonreímos cuando entre insultos torturan a otro ser humano ¿Nos deshumanizamos cuando somos las víctimas de este tipo de hechos? Lo más triste y alarmante, es que las personas que capturan suelen ser menores de edad o adultos que ya han sido castigadas por éste delito.
No todas las víctimas denuncian y una de las razones es porque el procedimiento es exageradamente largo. Deben pasar muchas horas al frente del delincuente esperando a que pase por el psicólogo y toda una serie de pases que demuestran que la ley no trata como “víctima”, a quien en efecto lo es, para luego terminar fuera de una estación sin el objeto o el dinero robado. La segunda, que precisamente tiene que ver con la primera,  es el miedo a las represalias, ya que sin duda alguna el ladrón se “ofenderá” con que lo denuncies y puede buscarte luego. La tercera, quizá la más triste de todas, es que no pasará nada. Esa persona saldrá libre y volverá a delinquir ¿Para qué tomarse la molestia, entonces, de pasar horas frente a un abusar que estará en las calles de nuevo?.
Y no es que esté bien, ciertamente no lo está, para eso existen la Policía y nuestro sistema judicial, pero parecen ausentes e indolentes con la actual situación. La solidaridad, la rabia y la impunidad forzan a los ciudadanos a unirse y atacar, a actuar con violencia como reacción natural de supervivencia ¿Qué pasará el día en que un ciudadano mate a un delincuente? La justicia es coja, blanda con los criminales, la justicia en Colombia es sencillamente injusta.
http://www.las2orillas.co/los-bogotanos-se-toman-la-justicia/